miércoles, 6 de abril de 2011

riesgo cardiovascular que hacemos los médicos..

En un editorial  hemos leído con interés el artículo de Romero et al acerca de las tendencias y las barreras socioeconómicas en el ámbito de la prevención cardiovascular. Efectivamente, los avances producidos en las últimas décadas han permitido una mejor predicción del riesgo de padecer enfermedad cardiovascular, lo cual, por otro lado, contribuye a la reducción de mortalidad por esta causa. Sin embargo, a pesar de una mayor identificación de los factores de riesgo cardiovascular y los avances terapéuticos para frenar su progresión, el grado de control alcanzado está muy por debajo de los objetivos y el riesgo residual continúa siendo alto. Los autores apuntan a la posible existencia de factores no identificados, el posible efecto nocivo de ciertas medidas terapéuticas agresivas y un estilo de vida desfavorable vinculado a la posición socioeconómica.
No obstante, cabe mencionar un obstáculo de primer orden en la prevención cardiovascular: las «barreras profesionales». La implementación de las guías en la práctica se ha evaluado periódicamente desde los años noventa en tres encuestas de corte transversal: EUROASPIRE . La comparación de estas encuestas (1995-1996, 1999-2000 y 2006-2007) confirma una tendencia progresiva a estilos de vida desfavorables, con incremento sustancial de obesidad y mayor prevalencia de tabaquismo en edades más jóvenes. A pesar de un aumento significativo en la utilización de medicación antihipertensiva e hipolipemiante, el manejo de la presión arterial no se ha modificado y casi la mitad de los pacientes no alcanzan los objetivos lipídicos recomendados. En EUROASPIRE III se incluyó por primera vez a individuos asintomáticos con elevado riesgo cardiovascular, con resultados alarmantes. Un amplio porcentaje no alcanzó los objetivos recomendados, sin que se pueda aludir en ellos a barreras socioeconómicas. El manejo del tabaquismo no fue lo efectivo que se hubiera esperado, debido a un escaso soporte profesional para dejar de fumar. Otro resultado negativo fue la persistencia de obesidad. Sin embargo, un tercio de los sujetos con sobrepeso u obesidad nunca habían sido advertidos de su condición, y la inmensa mayoría no había recibido consejos dietéticos y de actividad física. Debemos asumir estos datos y las razones descritas para justificar esta falta de adherencia profesional (falta de tiempo, falta de incentivos, falta de entrenamiento)y contrastarlas con los beneficios demostrados por diferentes programas de intervención .
Hace falta   un proyecto ambulatorio, coordinado por enfermeras, sobre pacientes coronarios e individuos con riesgo alto, así como sus parejas o familiares ya que una mejora significativa en los estilos de vida y el control de factores de riesgo cardiovascular entre grupos de intervención y control, hará diferencias en la cantidad de fármacos utilizados.
Estos resultados deben servir como punto de reflexión para eliminar las barreras, factible desde la perspectiva individual.
Cada médico debe:  
a) asegurar la comunicación, tanto con el paciente como con su entorno familiar más próximo;  
b) integrar al personal de enfermería para implementar los cambios de estilo de vida.
c) mantener los programas a largo plazo en las condiciones más adecuadas. Todo ello contribuirá a pasar de un estancamiento y medicalización excesiva a una prevención cardiovascular eficaz.FUENTE  revespcardiología-



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